Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. - El mundo es eso - reveló - Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarles sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
El Equipo encontró este cuento en Coaching, El Arte de Soplar Brasas en Acción, Leonardo Wolk.
2 comentarios:
..Me encanto el cuento!
Gracias!!
Es muy bella! todos somos llamitas y aunque muchas veces creemos que podrian quemarnos por dentros ciertas emociones, al punto volvernos cenizas.. rapidamente recordamos a FeniX y la llamita encuentra otra y asi se arma el fogon. No podemos con nuestra naturaleza el hombre nacio para expandir su llama.
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